12-01-2012
Me sorprende mucho caer en cuenta que aunque los niveles de bienestar son más altos que hace una década en casi todo el mundo (por lo menos donde no hay guerra), la causa del “resentimiento global” sea la desigualdad en el mundo, según el estudio del Foro Económico Mundial (FEM), en su informe Riesgos globales 2012 (http://www.weforum.org/reports).
Países con deudas que no lograrán pagar sus próximas generaciones, sienten cimbrar sus estructuras políticas y económicas. La respuesta lógica, el sistema económico como lo conocemos, está llegando a su fin.
Sin embargo, los economistas que se reunirán en el Foro de Davos actúan como si a lo largo de la historia no hubiera habido una adaptación de los procesos económicos hasta llegar a lo que conocemos hoy en día.
Ellos argumentan: “Esto necesita una atención política inmediata, de otra manera la retórica política que responde a este malestar social generará nacionalismos, proteccionismo y un retroceso del proceso de globalización”.
Y ¿Queremos realmente que continúe ese “proceso de globalización” así como lo hemos vivido, por lo menos los mexicanos, desde hace dos décadas?
Me parece que por primera vez, las circunstancias están dadas para poner en práctica nuevos modelos económicos, retomando la mística de las regiones, sin alterarlas, sin vulnerarlas, sin avasallarlas como sucede con la actual globalización.
Aunque en apariencia hay mayor movimiento económico en algunas regiones del país, (en mi pueblo ya hay Oxxo, Coppel, Electra, Aurrera y amenazan más), lo cierto es que las ganancias de las grandes empresas se concentra en manos de unos cuantos, mientras que el dinero circulante está en calidad de “préstamo”, porque tarde o temprano caerá en la bolsa de los más acaudalados.
Se ha dejado de incentivar el mercado local para fortalecer al “global”, lo cual, al partir de condiciones económicas desiguales, deja a merced de los que concentran el capital a todos los demás.
Y aunque pareciera que los niveles de bienestar mejoraron, la verdad es que la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor.
No soy economista ni pretendo aparentarlo. Esto es una simple reflexión de mi interpretación de cómo he visto la evolución de la globalización en mi vida.
Me parece que si los especialistas, políticos y líderes de todo el mundo que llegarán al Foro, lejos de escandalizarse al pensar en cambiar el modelo económico, entienden que si no lo hacen, seguirán registrándose sismos económicos que a su vez, obligan a los ciudadanos a salir a la calle a manifestarse, no habrá quién gane.
La globalización, el capitalismo globalizado, conjugado con gobiernos corruptos e ineficaces, con tráfico de influencias, con segregación y discriminación de los grupos minoritarios, con impunidad, y con una migración desatada hacia Norteamérica y Europa, da como resultado una bomba de tiempo, que ya estalló en muchos lugares del mundo.
Seguro que durante el Foro habrán manifestaciones, ya los veremos en las noticias, mientras, considero que en el impulso de los mercados locales está parte de la solución al problema.
Me sorprende mucho caer en cuenta que aunque los niveles de bienestar son más altos que hace una década en casi todo el mundo (por lo menos donde no hay guerra), la causa del “resentimiento global” sea la desigualdad en el mundo, según el estudio del Foro Económico Mundial (FEM), en su informe Riesgos globales 2012 (http://www.weforum.org/reports).
Países con deudas que no lograrán pagar sus próximas generaciones, sienten cimbrar sus estructuras políticas y económicas. La respuesta lógica, el sistema económico como lo conocemos, está llegando a su fin.
Sin embargo, los economistas que se reunirán en el Foro de Davos actúan como si a lo largo de la historia no hubiera habido una adaptación de los procesos económicos hasta llegar a lo que conocemos hoy en día.
Ellos argumentan: “Esto necesita una atención política inmediata, de otra manera la retórica política que responde a este malestar social generará nacionalismos, proteccionismo y un retroceso del proceso de globalización”.
Y ¿Queremos realmente que continúe ese “proceso de globalización” así como lo hemos vivido, por lo menos los mexicanos, desde hace dos décadas?
Me parece que por primera vez, las circunstancias están dadas para poner en práctica nuevos modelos económicos, retomando la mística de las regiones, sin alterarlas, sin vulnerarlas, sin avasallarlas como sucede con la actual globalización.
Aunque en apariencia hay mayor movimiento económico en algunas regiones del país, (en mi pueblo ya hay Oxxo, Coppel, Electra, Aurrera y amenazan más), lo cierto es que las ganancias de las grandes empresas se concentra en manos de unos cuantos, mientras que el dinero circulante está en calidad de “préstamo”, porque tarde o temprano caerá en la bolsa de los más acaudalados.
Se ha dejado de incentivar el mercado local para fortalecer al “global”, lo cual, al partir de condiciones económicas desiguales, deja a merced de los que concentran el capital a todos los demás.
Y aunque pareciera que los niveles de bienestar mejoraron, la verdad es que la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor.
No soy economista ni pretendo aparentarlo. Esto es una simple reflexión de mi interpretación de cómo he visto la evolución de la globalización en mi vida.
Me parece que si los especialistas, políticos y líderes de todo el mundo que llegarán al Foro, lejos de escandalizarse al pensar en cambiar el modelo económico, entienden que si no lo hacen, seguirán registrándose sismos económicos que a su vez, obligan a los ciudadanos a salir a la calle a manifestarse, no habrá quién gane.
La globalización, el capitalismo globalizado, conjugado con gobiernos corruptos e ineficaces, con tráfico de influencias, con segregación y discriminación de los grupos minoritarios, con impunidad, y con una migración desatada hacia Norteamérica y Europa, da como resultado una bomba de tiempo, que ya estalló en muchos lugares del mundo.
Seguro que durante el Foro habrán manifestaciones, ya los veremos en las noticias, mientras, considero que en el impulso de los mercados locales está parte de la solución al problema.
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