10-01-2012
Hoy, en el trayecto al trabajo me enteré que era aniversario de David Bowie y llegando a la computadora me puse a escucharlo y me gustó. Me gustó su música, su estilo, su cara de yonki depravado, las letras, todo, al fin y al cabo un ícono del rock, con varias décadas en el gusto de mucha gente.
También me enteré que de manera adelantada (a la fecha señalada después de su entrega) se inauguró la Estela de Luz, construcción “planeada” para conmemorar el Bicentenario de la Independencia de México. Ya ha recibido distintos nombres sobre todo en las redes sociales: “Estafa de luz”, “Estela de Pus”, y el “Monumento a la corrupción”. Triste monumento cuyas características resumió bien algún medio:
“Con 104 metros de altura y un costo de mil 35 millones de pesos (642 millones más de lo presupuestado) quedó lista aunque con 16 meses de retraso, después de sufrir alrededor de 400 modificaciones, que fueran sancionados 26 funcionarios (incluido Agustín Castro, el director de la paraestatal Servicios, encargada de la obra) y con varias auditorías en proceso por actos de corrupción...”
La estela de luz debería despertar de nuevo la indignación en todos nosotros. La falta de planeación debería traer consigo sanciones administrativas severas, debería castigarse e inhabilitarse a los servidores públicos que se la pasan haciendo obras de “relumbrón” que caen en lo absurdo.
Allá en mi pueblo, al finalizar su trienio a una alcaldesa -cuya principal virtud no era precisamente la honradez- se le ocurrió hacer un “arco” de bienvenida en la entrada de la ciudad, que tuvo que ser derribado meses después porque había quedado muy bajo de altura y era imposible el paso de grandes camiones de carga. Y ¿qué pasó con ella? Nada. Terminó su gestión y como si no hubiera pasado nada. Y el ejemplo es de los menores.
Lo que pasó con la “estela de luz” es la misma historia que se repite una y otra vez en nuestros municipios, en nuestros estados, en todo el país.
Decenas de carreteras inconclusas, puentes malhechos, banquetas vergonzosas, sistemas de drenaje deficientes, y todo para “sacar tajada”.
Pero, ¿Qué hacer? ¿cuál es la salida? ¿cómo se podrá detener el mal uso de los recursos públicos? si como dicen, todos son iguales, ¿a quién se puede recurrir?.
Sé que son contados los que tienen las agallas para hacer la denuncia ante las instancias correspondientes, pero son menos los que están dispuestos a sufrir el acoso policíaco, la intimidación de quienes ostentan el poder, la persecución y hasta el encarcelamiento o la muerte. Sé que es difícil, por eso, lo principal es iniciar con organización.
La denuncia pública es importante, pero la organización será mejor siempre. Avanzar en equipo, distribuir tareas, plantearse objetivos comunes y trabajar a través de un frente nunca será lo mismo que aventarse solo al matadero. Y no es cuestión de agallas, sino de estrategia.
No es lo mismo que me llamen Flor, a que me digan sociedad civil organizada. Por eso me sorprendió que en el Distrito Federal exista legalmente la Participación Ciudadana. Que los vecinos de una colonia, tengan el poder de decidir sobre las obras públicas que necesitan y puedan incidir en el presupuesto de la ciudad, en lugar de elegir únicamente a sus gobernantes y representantes legislativos.
La clave es la participación. No podemos ser ajenos de lo que le pasa a nuestros vecinos, no podemos ser ajenos a las injusticias ni taparnos la boca con las manos para evitar gritar lo que nuestros corazones ven e interpretan como injusticia.
Somos individuos y nos preocupamos por nosotros mismos, sí, pero también vivimos en sociedad y compartimos los espacios públicos y somos víctimas de las mismas absurdas decisiones de nuestros gobernantes, y ante ello, la solución debe ser la organización.
Feliz cumple al Bowie
Hoy, en el trayecto al trabajo me enteré que era aniversario de David Bowie y llegando a la computadora me puse a escucharlo y me gustó. Me gustó su música, su estilo, su cara de yonki depravado, las letras, todo, al fin y al cabo un ícono del rock, con varias décadas en el gusto de mucha gente.
También me enteré que de manera adelantada (a la fecha señalada después de su entrega) se inauguró la Estela de Luz, construcción “planeada” para conmemorar el Bicentenario de la Independencia de México. Ya ha recibido distintos nombres sobre todo en las redes sociales: “Estafa de luz”, “Estela de Pus”, y el “Monumento a la corrupción”. Triste monumento cuyas características resumió bien algún medio:
“Con 104 metros de altura y un costo de mil 35 millones de pesos (642 millones más de lo presupuestado) quedó lista aunque con 16 meses de retraso, después de sufrir alrededor de 400 modificaciones, que fueran sancionados 26 funcionarios (incluido Agustín Castro, el director de la paraestatal Servicios, encargada de la obra) y con varias auditorías en proceso por actos de corrupción...”
La estela de luz debería despertar de nuevo la indignación en todos nosotros. La falta de planeación debería traer consigo sanciones administrativas severas, debería castigarse e inhabilitarse a los servidores públicos que se la pasan haciendo obras de “relumbrón” que caen en lo absurdo.
Allá en mi pueblo, al finalizar su trienio a una alcaldesa -cuya principal virtud no era precisamente la honradez- se le ocurrió hacer un “arco” de bienvenida en la entrada de la ciudad, que tuvo que ser derribado meses después porque había quedado muy bajo de altura y era imposible el paso de grandes camiones de carga. Y ¿qué pasó con ella? Nada. Terminó su gestión y como si no hubiera pasado nada. Y el ejemplo es de los menores.
Lo que pasó con la “estela de luz” es la misma historia que se repite una y otra vez en nuestros municipios, en nuestros estados, en todo el país.
Decenas de carreteras inconclusas, puentes malhechos, banquetas vergonzosas, sistemas de drenaje deficientes, y todo para “sacar tajada”.
Pero, ¿Qué hacer? ¿cuál es la salida? ¿cómo se podrá detener el mal uso de los recursos públicos? si como dicen, todos son iguales, ¿a quién se puede recurrir?.
Sé que son contados los que tienen las agallas para hacer la denuncia ante las instancias correspondientes, pero son menos los que están dispuestos a sufrir el acoso policíaco, la intimidación de quienes ostentan el poder, la persecución y hasta el encarcelamiento o la muerte. Sé que es difícil, por eso, lo principal es iniciar con organización.
La denuncia pública es importante, pero la organización será mejor siempre. Avanzar en equipo, distribuir tareas, plantearse objetivos comunes y trabajar a través de un frente nunca será lo mismo que aventarse solo al matadero. Y no es cuestión de agallas, sino de estrategia.
No es lo mismo que me llamen Flor, a que me digan sociedad civil organizada. Por eso me sorprendió que en el Distrito Federal exista legalmente la Participación Ciudadana. Que los vecinos de una colonia, tengan el poder de decidir sobre las obras públicas que necesitan y puedan incidir en el presupuesto de la ciudad, en lugar de elegir únicamente a sus gobernantes y representantes legislativos.
La clave es la participación. No podemos ser ajenos de lo que le pasa a nuestros vecinos, no podemos ser ajenos a las injusticias ni taparnos la boca con las manos para evitar gritar lo que nuestros corazones ven e interpretan como injusticia.
Somos individuos y nos preocupamos por nosotros mismos, sí, pero también vivimos en sociedad y compartimos los espacios públicos y somos víctimas de las mismas absurdas decisiones de nuestros gobernantes, y ante ello, la solución debe ser la organización.
Feliz cumple al Bowie
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