viernes, 17 de agosto de 2012

Hacia dónde?

Después de la interesante y tensa situación posterior a la elección del primero de julio, del balance de las actuaciones de cada uno de los personajes, de la efervescencia juvenil por lograr una democracia plena; después de las denuncias del Movimiento de Regeneración Nacional con respecto a la utilización de dinero ilícito en la campaña de EPN y la compra masiva del voto; después de la confirmación de agencias internacionales de combate contra el narcotráfico sobre la vinculación narco- empresas- PRI; después de la desaparición de espacios públicos de Gabriel Quadri (como era de suponerse) y del mes de vacaciones de JVM en Europa; después de la designación de los coordinadores parlamentarios de cada uno de los partidos políticos y la definición en sus estructuras internas; después de que el gobierno federal mostrara su fidelidad al duopolio televisivo al retirar la banda de 2.5 Ghz. a MVS, tal como en su momento lo denunciara Carmen Aristegui al ser despedida (y luego reinstalada) de dicha empresa; después del golpe artero del Gobierno Federal para impedir la publicación de la Ley de Víctimas, contrario a lo prometido al Movimiento Por la Paz con Justicia y Dignidad, al que pertenece Javier Sicilia; después de más de 10 mega marchas en contra de la imposición presidencial, después de otros tantos cientos de muertos e incluso después de la medalla de oro de la selección mexicana sub 23, en los Juegos Olímpicos de Londres, bien cabe preguntarnos:

¿Hacia dónde vamos? ¿Qué va a pasar con EPN y la presidencia? ¿Qué actitud debemos asumir como ciudadanos, maestros, funcionarios, padres de familia, trabajadores, jóvenes, estudiantes, indígenas, frente a los retos que tenemos como sociedad?

Primero, ¿qué tenemos claro como sociedad?

  • Que las cosas no van a cambiar por sí solas porque a los que ostentan el poder no les interesa cambiarlas.
  • Que corremos el riesgo de un estado autoritario donde se limite el ejercicio de los derechos humanos, que por supuesto contemplan el derecho a la libertad, al libre tránsito, a la información, a ejercer la sexualidad, a decidir sobre nuestros cuerpos, además de los derechos básicos: alimentación, salud, techo, trabajo, entre otros.
  • Que los medios de comunicación seguirán las acciones que los ayuden a obtener mayor poder y control no sólo de sus audiencias, sino del Estado, tal como se ha evidenciado sobre todo a raíz de las campañas electorales (y tendrán más poder con el arribo de EPN al poder).
  • Que los partidos políticos seguirán adoptando decisiones pragmáticas que los ayuden a consolidarse como grupos de poder.
  • Que las instituciones del país todavía tienen enquistadas prácticas anquilosadas de favoritismos y de corrupción, en las que se ven envueltos quienes forman parte de ellas, les guste o no.


Ya que tenemos claras las cosas, podemos decir que el cambio está en la juventud, sin riesgo a equivocarnos.

Poco a poco, con tenacidad, la sociedad mexicana, los jóvenes de cada generación, han impulsado movimientos que han derivado en cambios que favorecen el ejercicio de nuestros derechos ciudadanos; sin embargo, muchos de esos cambios son parciales y supeditados a las instituciones que tienen un origen oscuro, como el famoso cambio celebrado con bombo y platillo en el 2000 con el arribo de Fox y el PAN al poder. Un cambio que no significó, que no trascendió mas que en algunos que otros aspectos bastante cuestionables como la transparencia y el manejo de la información pública o la recaudación fiscal. 

Los cambios, las verdaderas transformaciones, no se dan jamás de manera tersa, generalmente hacen que se cimbren las bases caducas sobre las que se sostienen los sistemas políticos, económicos, sociales.

¿Qué tiene de diferente esta generación de jóvenes? 

Esta generación trae un discurso distinto: No comulga con la violencia de ningún tipo, es consiente de su entorno y le preocupa conservarlo, en su discurso figuran palabras como tolerancias, inclusión, equidad, transparencia, igualdad de oportunidades y transformación. Rechazan la manipulación, la simulación, la dependencia, y los discursos vacíos de los políticos que no han comprendido que la sociedad es capaz de transformarse a sí misma, alejándose de los discursos que se construyen desde el poder. Esta generación ya no está dispuesta a mantener viejas prácticas heredadas de la escuela priísta que nos gobernó casi 80 años, ni de permitir que otros, quienes controlan el sistema, les impongan modas de ningún tipo.

Las redes sociales pudieron haber estado ahí siempre, pero no iban a ser factores de cambio mientras no existiera la necesidad de transformar, con acciones, la vida política del país.

Es decir, los jóvenes, quienes fueron educados con un discurso renovado, con las redes sociales y los medios tecnológicos a su disposición tienen en sus manos la oportunidad de conducir el porvenir de México, no sólo en el terreno político, sino en cualquier escenario que pisen.

Un ejemplo. La selección mexicana que acaba de ganar, orgullosa, es una selección de menores de 23 años, su formación no fue en el barrio o en la escuela como las generaciones anteriores, sino que provienen de clubes con una formación de más de 10 años, por lo que su experiencia en torneos internacionales supera por mucho a otras generaciones de futbolistas. Esa generación campeona de jóvenes, ¿hasta dónde está dispuesta a seguir siendo parte del  "sistema"? ¿Hasta dónde los jóvenes futbolistas seguirán siendo partícipes de clubes corruptos, que únicamente lucran con sus capacidades y su futuro? ¿Hasta dónde los deportistas actuales mexicanos, están dispuestos a que, mediante su esfuerzo y el de sus equipos técnicos, otros, se hagan multimillonarios( léase cualquier federación mexicana)?

En el servicio público pasa lo mismo, ¿hasta dónde las nuevas generaciones que ingresan al servicio público, están dispuestas a vivir rodeadas de corrupción y prevendas? o los maestros normalistas recién egresados, ¿Hasta dónde están dispuestos a que se les sigan descontando cuotas sindicales que irán a parar a manos de Elba Esther Gordillo?

O los trabajadores de cualquier nivel de las empresas privadas, ¿hasta dónde los recién egresados que se comienzan a insertar en el mercado laboral, están dispuestos a trabajar para empresas que operan en la ilegalidad, sobornando funcionarios o lavando dinero?

No se trata de doctrinas filosóficas o económicas, no se trata de repetir discursos aprendidos y gastados, se trata de ser realistas, consientes y contribuir a la transformación de nuestra sociedad, de nuestras instituciones y gobierno.